me entra el miedo,
y la prisa
y los planos de patios con macetasy jazz
y muchos libros
pero mucho miedo.
Te huelo los abrazos
y me pregunto
¿a qué olerán mis grietas?
¿cómo sonarán las cachetadas?
y respiro el olor del azahar del patio
y miro los gorriones comer de tus tostadas
y me da miedo del capital.
Luego, con cualquier excusa, recorro el pasillo
y te abrazo
y el morrino
y sonríes ajeno porque
tú nunca tuviste miedo.
Mi miedo es viscera,
el tuyo intersticial.
Tu miedo no teme al mío
y el mío teme perder el tuyo de vista.
Y entonces, te quiero un poquito más
Que yo sé que no se puede, pero me fijo y
me entra calorcito
al pensar en
lo bonitos que somos de viejos
y en lo viejitos que somos sin más.
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