Mire donde mire sólo veo inseguridades, caras llenas de miedo, corazones rotos y pies destrozados. Miro fijamente y observo detenidamente con la esperanza de hallar algo de empatía, una mirada que me devuelva el mensaje, que se alegre de encontrarse con la mía.
Sin embargo, sólo recibo indiferencia, hastío y desgana. Ojos vacíos que no miran ni hablan. Miradas capadas en su propia agonía, en su propia jaula.
Dormiré, al menos hasta entonces tendré a salvo mi mirada.
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