Parecido a ese rayo de sol que decidió elegir tu ventana para colarse, entrar en tu habitación y depositar allí todo su bagaje tras su viaje desde su estrella madre. Que instintivamente encontró el camino más corto para acariciar tu sonrisa. Que incansable «kamikaze» murió por iluminar, sin más pretexto que el de anunciarte un nuevo día; un presente lleno de oportunidades, de cosas por hacer y disfrutar, de momentos por sentir. Ese conjunto de selectos y discretos fotones que ahora iluminan mi sonrisa. Así de tranquila y queda fue tu llegada, así de cálida tu presencia. Así de dura tu distancia. Así de dulce, tu espera.
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