Como en otras tantas estaciones, surgen cientos de magos, con sus libros sagrados de conjuros empíricos que, como siempre, muestran su omnipotencia bajo límites demasiado estrechos.
Tan estrechos surgen que algunos sólo tienen tapas, coloridas y prometedoras, pero sin contenido aplicable.
Y es que éstos, más migos que magos, con sus caras compasivas son incapaces de empatizar con esta estación surgida del desencanto, de charcos y ego.
No quiero tu sagrado libro, no aplica en este corazón reptante, no hay magia donde no la hubo, no toda historia está escrita entre pentagramas. Sí quiero compartir marcas, ver tu contraportada desnuda, sentirme humano por un momento y olvidar que somos de acero y menta. Quizá así escribamos juntos otra página manchada, cada uno en nuestros libros, cada uno con su tinta, cada uno con su propia magia.
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