El recuento de la rana

Espeso y banquecino se expande entre mis pies. Me atrapan con anclas mutantes como versiones de uno mismo que piden auxilio mientras se asfixian llenando sus potentes pulmones del mismo líquido que me rodea. Cuanto más bato mis pies, más tragan entre gritos de agonía ignorada. Cuanto más tragan, más peso ejercen sobre estas aletas cansadas de ser ellas, fuertes de cambio.

El líquido emulsiona como respuesta ante los incansables aleteos, y soporta mi propio peso. Y, tras una bocanada de aire, vuelve la tortura que muere cada vez más cerca de la costa. Que predice su propia muerte entre olas de espejos transparentes.

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