De todas las emociones que hasta ahora son capaces de adentrarse hasta el último rincón, es el miedo el padre de todas las demás. Un padre que va deslizándose lentamente, y al que cuanta menos atención presto, más destrozo es capaz de hacer.
Es curioso ver cómo a la vuelta, todo está patas arriba. Toda esa tranquilidad, orden y limpieza ha sido devorada por una maraña de hilos entrelazados que lo invaden todo.
Me detengo. Lo invito. No quiere supervisión, se niega a ser encauzado y se rebela.
Lo curioso es que su punto débil está precisamente en su forma de actuar. En su autosuficiencia soberbia que no admite mirada alguna. En cierto modo me recuerda a los fantasmas de Súper Mario. Cuando miras, todo está quieto. Cuando giras… te persigue amenazante.
Y es que no soporta la mirada directa, se esconde avergonzado ante su propio destrozo cuando mira lo que acaba de estropear.
Como cualquier otro, hay que confinarlo en su propio universo. Darle su propio espacio y la atención necesaria. Es un caprichoso empedernido.
Pero si lo miramos con cariño, como algo muy nuestro nos desvela otra cara menos amenazante. La de una protección a algo que ya ocurrió. Se desvive por ralentizar o retrasar algo que no tiene por qué suceder, y es que no es más que un producto del aprendizaje. Y como todo aprendizaje, basado en la experiencia, sólo atiende a antiguos estímulos. Monumentos axiomáticos que nada tienen que ver con el presente. Y es que cada presente es un mundo completo, y no cabe manera de analizarlo pues no tenemos recursos o bien ya ha pasado el momento cuando conseguimos extraer conclusiones mal inferidas.
Y es que nos entrenamos continuamente para darnos cuenta que volvemos a los mismos errores. la conclusión tal vez no sea que el Miedo nos estaba avisando, la conclusión quizás deba parecerse más a que no cabe análisis alguno a partir de supuestos que nunca han ocurrido.
Oye, lo acabo de desmontar. Lo miro fijamente y le digo que su espacio no es el presente. Ya fallaste las veces anteriores cuidándome, es hora de que me lance yo y me cuide solo porque tu espacio es el pasado, cuidando que no lo olvide, limpiando para que no pese, sacando peso de la mochila para que deje de pesar en mi presente.
Emoción condescendiente, este abrazo lo disfruto libre de tu recuerdo. Lo pienso disfrutar, es mi presente.
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