Remedio para el estrés
Uno de los males que acusan al ser humano desde el despliegue de las nuevas tecnologías es nuestro estrés.
Se instala lentamente, con mano amiga, llenándolo todo de cortisol, nudos en el estómago y mordidas. Rechinar de dientes que nada muerde y menos traga.
Ansia ensimismada en una escalada sin meta. Hueco insaciable que todo lo traga; y de nada se llena.Como tantas otras veces, el bosque sale al encuentro y nos ayuda como una madre hastiada de ver a sus hijos perdidos, buscando remedio para su herida.
Como tantas otras veces, nos da una solución velada tras un oráculo de bosque que ni mirando con ganas de encuentro advertimos.
Cierre los ojos y pare,
mire lentamente hacia dentro,
toque con la palma la corteza,
e inhale despacio,
respire.
Sienta el crujir de su entorno,
aprecie el mecer de las hojas,
susurre al corazón que abre,
llene su fruto de asombro.
Inhale despacio y respire,
relaje la boca y la lengua,
susurre su nombre de árbol,
escuche en silencio,
espere.
Filtre su savia con brisas,
toque su sol en caliente,
aisle y envuelva la herida,
conviértase usted en sonrisa.
Observe la hoja en caída,
gire a la par y se rinda
a cada latido que tenga
inhale de nuevo y
camine.
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