Cocina de muerte




Desde que mi padre murió,
lo sueño siempre mudo
sonriendo.

Los nuestros morimos en verano,
en años pares.
El que viene es impar,
así que yo estoy tranquilo.

Aún tengo tus recetas,
de sabores imposibles,
hogares a bocados
y aromas irrepetibles

Hoy estarías
poniendo tus rabias en papillote,
tus miedos en salsa y tu amor en frío

Pero hoy estás mudo,
y quieto como el mundo.

Hoy me acompañan las de las morcillas,
que cambian flores a un patriarca,
o eso creo,
ya hay muchas cosas
de las que no me acuerdo

Nunca me identifiqué con estos ritos,
siempre me pareció un mero
almacén de restos sin significado.

Hoy me dictan mis alérgenos
estas líneas en una carta
al padre sin ningún reproche.

Hoy cocinan otras,
pero tú sabes moverte
como un ratoncillo
entre las sartenes y ollas
robando bocados.
Y sonríes con incisivos
separados
por donde te salía amor
a raudales.

Hasta otra,
padre.
Te llevaré en el bolsillo,
para cuando mis dientes
quieran mirar la hora.

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