Pedanías

 Pedanías

Desde que me hice nómada, no temo al temporal.
Aún remiendo los coloridos toldos de mis galeras
y arreglo ruedas ajadas por los adoquines del embuste.
Pero no temo al temporal.
Mi pueblo otra vez, camina libre y gitano,
y afronta valiente su nueva diáspora triste.

Vendrá el temporal porque yo atraigo los rayos.
Vendrá cuando descanse y haya plantado trigo.
Vendrá con sus miedos a hacerme daño.
Pero ya no le temo.

Allá en la distancia encuentro tu humilladero,
cruz noble y solemne de memoria pétrea.
Miro tu hormigón armado
y como pedanía te(me) ofrezco:
mi circo de animales raros,
mis leyendas y mis festejos,
mis poetas y mis gitanos,
mis bailes y mi concejo.

Juntos creamos costumbres entre los juegos,
tradiciones orales que se mezclaron.
Parimos mestizos herederos sin miedo
y abrimos las casas que se llenaron de viento.

Te sembré los parterres y jardines de juncos,
Pinté de colores las puertas y quicios,
te hablé de estrellas y de otros mundos
pero te(me) ahogaste en ajurjuñí de vidrio.

Esa tarde tu turba salió a mi encuentro,
armada en guadañas
y rastrillos
y fuego.
Y las hojas lamían,
las púas sangraban,
tu fuego cortaba;
pero ya no te temo.

Me dejaste sitiado,
y te llevaste la nada.
Me quité mis poetas,
y los juncos que te sembraba.

Se te acabó la fiesta,
urbe sin plaza.
Se te paró el reloj
mientras estabas de caza,
pues aún sin saberlo tú
esa tarde,
te robé la campana.



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