Desde que me enseñaron
a diseccionar
arrastro a mis ganas de dejar de ser
para que aprendan a respirarse.
Terco mi estanque,
siempre buscando agua
en expediciones de arena.
No soy un poeta.
Soy un desvariado inverso,
demasiado estimulado
que se ahoga sin un soplo
de entropía.
Un inapetente.
No hay tesoro en el mapa.
No existe flecha.
Una caída en vuelo
un masticar apresurado
de mi garganta
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