Yo escribo. Tú lees. Me lees. Te escribo.
Escribo ahora. Tú lees después. Y te traigo a mi ahora.
Un gusano agujerea el espacio tiempo y te trae hasta mi ahora. Y me llevas a tu después.
Y nos unimos en el espacio liminal entre tu realidad actual y la mía. Y ese abrazo es bonito. No es bello, pero sí bonito. Por el doblez del espacio tiempo se nos cuelan los tintes y los colores se entremezclan. No hay un lugar de existencia común. Sólo el instante no-tiempo que nos ha traído hasta aquí de forma fortuita.
Tú que paseabas tan alegre, como buscando el destino. Yo que lo capturo en esta instantánea que compartimos. Y ese abrazo, bonito, lleno de colores nuevos se inmortaliza en el no-instante que no va a repetirse jamás. Porque cuando salgas de mi ahora y yo ya no esté en tu después no podremos volver a compartir estos tonos bonitos de este abrazo liminal.
Yo me marcho ahora. Tú puedes quedarte después. Y yo me quedo esperando a cualquier visitante que, al igual que tú, tenga la bonita desdicha de tener este traspiés.
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